Saúl Méndez Colaborador Este domingo 31 de agosto Kuna Nawat y la Asociación PRO-VIDA realizaron la Feria de Comidas Ancestrales en el distrito de Santo Domingo de Guzmán, municipio de Sonsonate Centro, como parte de los esfuerzos de revitalización de la lengua náhuat que se desarrollan en el occidente del país. Durante la feria, los …
La entrada Realizan feria de comidas ancestrales para revitalizar el idioma náhuat en Santo Domingo de Guzmán aparece primero en Diario Co Latino. Saúl Méndez Colaborador Este domingo 31 de agosto Kuna Nawat y la Asociación PRO-VIDA realizaron la Feria de Comidas Ancestrales en el distrito de Santo Domingo de Guzmán, municipio de Sonsonate Centro, como parte de los esfuerzos de revitalización de la lengua náhuat que se desarrollan en el occidente del país. Durante la feria, los …
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Saúl Méndez
Colaborador
Este domingo 31 de agosto Kuna Nawat y la Asociación PRO-VIDA realizaron la Feria de Comidas Ancestrales en el distrito de Santo Domingo de Guzmán, municipio de Sonsonate Centro, como parte de los esfuerzos de revitalización de la lengua náhuat que se desarrollan en el occidente del país.
Durante la feria, los asistentes pudieron degustar una amplia variedad de platillos elaborados con ingredientes propios de la región, que incluyeron desde pollo en pinol hasta diversos atoles preparados con técnicas tradicionales.
Desde 2010, Kuna Nawat ha impulsado en este distrito, donde persiste una fuerte presencia indígena, espacios que buscan fortalecer el interés por la lengua náhuat-pipil. Según la organización, la revitalización del idioma se logra mediante una metodología que combina la enseñanza con prácticas culturales, como esta feria dedicada al rescate de comidas ancestrales.
En este proceso ha sido fundamental el conocimiento transmitido por maestras nahuahablantes y madres de familia, quienes enseñan el idioma a los hijos y constituyen el principal eslabón para mantener viva la lengua.
Idalia García, una de las maestras nahuahablantes, conocidas como natzin, que imparte clases sabatinas, expresó su agradecimiento a las instituciones que colaboran en el esfuerzo por mantener vivas las tradiciones ancestrales.
García explicó que la enseñanza del idioma se entrelaza con la preparación de estas recetas, especialmente a través de dinámicas lúdicas con los niños. “En la lotería colocamos los ingredientes de cada comida y los niños van aprendiendo sus nombres en náhuat. Pero también buscamos que las madres recuperen su identidad, incluso, a través de la cocina”, señaló.
Otro de los propósitos de la iniciativa es empoderar a las mujeres, de modo que, al rescatar una receta ancestral, puedan elaborarla en sus hogares y generar con ello un ingreso económico.
“Esperamos tener éxito, y esto es posible gracias al apoyo que recibimos de El Salvador ELKARTASUNA, que aporta la base económica para hacer realidad este festival. También contamos con el respaldo de PRO-VIDA y, sobre todo, con el trabajo humano que desarrolla la Cuna Náhuatl, un programa creado por el doctor Jorge Lemus, de la Universidad Don Bosco”, añadió García.
La urgencia del proyecto radica en que los pocos hablantes nativos de náhuat pertenecen, en su mayoría, a la población indígena pipil de avanzada edad, entre los 60 y 90 años o más. Este grupo reducido, estimado en menos de doscientos entre hablantes fluidos y semi-hablantes, vive en condiciones de pobreza severa y enfrenta serias dificultades de salud. La mayor concentración se encuentra en el municipio de Santo Domingo de Guzmán, Sonsonate, aunque en localidades cercanas como Cuisnáhuat, Nahuizalco y Caluco aún se pueden encontrar algunos hablantes dispersos en pequeños caseríos.
Ante su edad y fragilidad, es previsible que en los próximos años la lengua pierda a sus últimos hablantes nativos, lo que significaría la desaparición definitiva del último patrimonio lingüístico autóctono de El Salvador. De ahí la importancia de formar a nuevas generaciones que asuman este legado y lo mantengan vivo. Es así como la Kuna Nawat y su expansión a otros niveles educativos representan una esperanza, quizás la única en este momento, para evitar la extinción no solo de la lengua náhuat/pipil, sino también de la cultura que esta encierra.
La Kuna Nawat es un programa de inmersión lingüística dirigido a niñas y niños originarios de Santo Domingo de Guzmán y Santa Catarina Masahuat. Su objetivo es revitalizar el náhuat o pipil, última lengua originaria que sobrevive en El Salvador. El esfuerzo cuenta con el respaldo de la Asociación Salvadoreña de Ayuda Humanitaria PRO-VIDA, a través del proyecto “Fomentando el desarrollo local sostenible para la dignificación de la calidad de vida de cuatro comunidades indígenas de El Salvador con enfoque de derechos”. También participan el Colectivo El Salvador ELKARTASUNA, el Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Villava Atarrabia y la Universidad Don Bosco, que impulsa el proyecto Cunas Nawat, bajo la coordinación del lingüista Dr. Jorge Lemus.
Algunas de las recetas que se presentaron en la feria fueron verdaderos tesoros culinarios transmitidos de generación en generación.
Pollo con pinol. Considerado un platillo ceremonial. Esta receta tiene como base el maíz y ha sido resguardada por abuelas y madres a lo largo del tiempo.
El pinol suele servirse en cofradías, bodas, bautizos y otras celebraciones importantes, como un gesto de honor hacia los invitados. Su preparación comienza con la selección de granos de maíz que, tras ser molidos hasta obtener un polvo granulado, se convierten en la base del recaudo.
En el pasado, este proceso se realizaba con piedra de moler; hoy, el molino convencional ha sustituido esa laboriosa práctica ancestral.
Pollo con alguashte. Este plato, profundamente enraizado en la cocina salvadoreña combina el pollo con una salsa de semillas de ayote molidas, de consistencia espesa y sabor inconfundible. La receta, de origen ancestral, resalta la riqueza de los ingredientes locales y mantiene viva una tradición que continúa conquistando paladares en la región.
Ticucos. Originarios de Santa Ana, estos tamales son populares por su sencillez y sabor. Se rellenan con frijoles, chipilín o loroco, a menudo acompañados de queso, lo que les otorga una identidad muy característica dentro de la gastronomía salvadoreña.
Tamales pisques. Herencia directa de las culturas precolombinas. Los pisques se elaboran con maíz y rellenos sencillos, manteniendo la esencia de los tamales mesoamericanos que ya se consumían antes de la llegada de los españoles. Su sabor y preparación siguen siendo un vínculo con el pasado indígena.
Atol shuco. Esta bebida caliente, de origen prehispánico, forma parte de la identidad culinaria de comunidades mayas, lencas y pipiles. Se prepara a base de masa de maíz fermentado, agua, sal y alguashte, resultando en una bebida nutritiva y de fuerte arraigo cultural en El Salvador.
Chilate: bebida tradicional salvadoreña con raíces que se remontan a la época precolombina mesoamericana. Se elabora a partir de una mezcla de maíz, granos de cacao, canela, azúcar y agua, ingredientes que le otorgan un sabor distintivo y lo convierten en una bebida cálida y reconfortante, transmitida de generación en generación.
Su origen se atribuye a los pueblos indígenas que habitaron el actual territorio salvadoreño, quienes aprovecharon productos locales como el maíz y el cacao para crear una preparación nutritiva y energizante. Además de su valor alimenticio, se cree que el chilate tuvo un papel ceremonial, al formar parte de rituales sagrados dentro de estas comunidades ancestrales.
El náhuat es un idioma al borde de la desaparición. La UNESCO exhorta a realizar esfuerzos sostenidos para su recuperación y salvaguarda como parte del patrimonio cultural de El Salvador.
Nacionales archivos – Diario Co Latino