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  Política  El uribismo le apuesta a la indignación y al apellido de su fundador
Política

El uribismo le apuesta a la indignación y al apellido de su fundador

25 de agosto de 2025
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El Centro Democrático, el principal partido de la derecha colombiana, insiste en tener un Uribe entre sus precandidatos presidenciales. Miguel Uribe Turbay, el senador asesinado que estuvo dos meses en agonía tras un atentado que conmocionó al país, ha sido reemplazado en el partidor por su padre, Miguel Uribe Londoño. Y aunque el economista y abogado aspirante no ha salido de correría en los tres días que ha sido aspirante oficial, el fundador y presidente vitalicio de la colectividad, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha dedicado sus primeros días en libertad a agitar la campaña con actos en los que la memoria de Uribe Turbay ha sido protagónica.

El mayor líder de la derecha colombiana en este siglo lanzó esa iniciativa la noche del miércoles, apenas minutos después de que se hiciera efectivo el fallo de una acción de tutela que, sin anular la condena en su contra por soborno de testigos, permitió que espere la decisión de segunda instancia en libertad. Acudió a Sabaneta, un pueblo cerca a Medellín y en el corazón del departamento de Antioquia, su gran bastión político. En un discurso muy crítico contra el Gobierno de Gustavo Petro, del que ha sido permanente opositor, rodeado de políticos locales y fieles uribistas, sumó a las banderas de la seguridad o de las críticas al supuesto “necocomunismo del Gobierno”, la de la memoria del asesinado político bogotano. “El sábado haremos un acto de fe y de llamado a la patria desde aquel lugar del sur de Bogotá, desde el cual atentaron, y finalmente asesinaron, a nuestro mártir, Miguel Uribe Turbay”, anunció.

Para ese momento, la aspiración de Uribe Londoño era aún un rumor, no un hecho. El empresario de 79 años, concentró las miradas una semana atrás, en el entierro de su hijo. Visiblemente emocionado, habló en la catedral de Bogotá ante las cámaras de televisión, y dejó en manos de Uribe Vélez el legado político de su hijo. También cargó contra el presidente de izquierdas, sin mencionarlo: “Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos. No tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia. No tenemos duda quién la promueve. No tenemos duda quién la permite”. Convertido así en el vocero político de una familia que había pedido al jefe de Estado no acudir al funeral del primer aspirante presidencial asesinado en Colombia en más de tres décadas, su aspiración se concretó tras la libertad de Uribe Vélez.

El jueves de la semana pasada visitó al expresidente en la casa de Rionegro, cerca a Medellín. Uribe Londoño, quien ha militado en el Centro Democrático desde su nacimiento en 2013, dijo al expresidente que la familia de su hijo apoyaba su candidatura. Uribe Vélez convocó entonces a los cuatro precandidatos -Paola Holguín, Andrés Guerra, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia- y definieron el camino: mantener la selección del candidato a través de una encuesta, atrasarla de octubre a fines de diciembre y hacer oficial la llegada de Uribe Londoño al día siguiente. Así fue.

El nuevo aspirante se ha dado a conocer entre la opinión como padre de su hijo, pero viene del corazón de la política tradicional. No solo es viudo de Diana Turbay, hija del expresidente Julio César Turbay (1978-1982), asesinada en 1991 por Pablo Escobar tras meses de secuestro, sino que fue concejal de Bogotá y senador de la República entre 1990 y 1991. Aunque nació en el seno de una tradicional familia liberal antioqueña, hizo carrera en el histórico rival, el Partido Conservador. En 1998 fracasó intentando regresar al Senado y dos años después su carrera se vio interrumpida, tras ser detenido en el escándalo por un presunto desfalco del estatal y ahora extinto Banco del Estado. En 2003 la justicia lo absolvió. Tras estudiar derecho y acercarse a la izquierda y apoyar a Petro en su exitosa candidatura a la alcaldía de Bogotá en 2011, ingresó a la derecha uribista.

Ahora representa allí a nadie menos que a quien Uribe, figura todopoderosa en una fracción que representa un 15% o 25% de los electores, ha llamado su mártir. El dolor y la indignación por el asesinato de quien fuera el senador más votado del Centro Democrático en 2022 tienen un representante innegable en Uribe Londoño, padre y homónimo, víctima de la violencia como muchos y claro exponente del discurso de mano dura del uribismo. Se trata de un activo potente, por lo menos en este arranque de la campaña. Después del atentado, las encuestas de intención de voto mostraron a Uribe Turbay como puntero, en lo que los expertos señalaron como un reflejo de su nueva visibilidad y el apoyo a una víctima de la violencia en un país marcado por ella. De hecho, los precandidatos del Centro Democrático habían acordado proclamar a Uribe Turbay como el aspirante único si llegaba a despertar, en un acto más simbólico de su importancia que práctico, por el estado de salud en el que se encontraba.

Sin él y con su padre, Uribe Vélez ha reforzado un discurso que gira alrededor de la seguridad, la que fue su gran obsesión como presidente y que ha vuelto a ser una preocupación central de los colombianos, especialmente tras los salvajes atentados del jueves en Cali y en Antioquia. “Seguridad” fue el motivo recurrente de su intervención este sábado en el lugar del atentado, en una suerte de breve oración religiosa. “Que en el paso por este lugar, Miguel inspire la seguridad para que algún día haya paz. Que en el discurrir por este lugar, el alma quede acerada para contribuir en la construcción de un Estado con seguridad legítima y democrática. Que, como lo reclamó Miguel, haya seguridad para que en las veredas, en los pueblos y en las ciudades de Colombia se pueda dormir con tranquilidad, sin la pesadilla de esperar el asalto del violento. La seguridad que proteja la libertad”.

Con Uribe Turbay como ícono y su padre como aspirante, el uribismo concentra la emoción del magnicidio. Así lo explica Carlos Andrés Arias, experto en comunicación política y estrategia electoral: “El reconocimiento al padre es una forma de copar un nicho”, explica. El candidato del Centro Democrático buscará alianzas con otras fuerzas de la derecha y la centroderecha, en una consulta el día de las elecciones legislativas, el 8 de marzo de 2026. Uribe ha reiterado la necesidad de crear una “gran coalición democrática”, con candidatos como el penalista Abelardo de la Espriella o la antigua directora de la revista Semana, Victoria Vicky Dávila. La idea es evitar que el fracaso de 2022, cuando el Centro Democrático retiró a su candidato para apoyar a un Federico Gutiérrez, actual alcalde de Medellín, que aceptó el apoyo sin consolidar una alianza y que siempre se ha negado a dejar su independencia para entrar al partido.

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Pero tampoco es seguro que Uribe Londoño llegue hasta allí, pues tiene varios lastres. Viene del bipartidismo tradicional y significa el regreso de la generación que gobernó en los años noventa, la de César Gaviria (1990-1994) o Ernesto Samper (1994-1998), aunque es incluso unos años mayor que ellos. Roza los 80 años, lo que hace que sea mayor que cualquiera de los seis expresidentes vivos en un país que no ha elegido ningún presidente mayor de 70 años desde el siglo XIX. Además, Colombia tiende a votar por candidatos que se vean como ajenos a la política tradicional: en 2022 llegaron a segunda vuelta Petro, de una izquierda que no había manejado el país, y Rodolfo Hernández, un outsider de derecha que hizo una campaña contra los políticos. Son figuras en las antípodas del yerno de un expresidente. Pero aún es temprano Uribe Londoño no ha empezado a hacer campaña y en agosto de 2022 Hernández no era conocido, como tampoco lo era el propio Uribe Vélez a nueve meses de su aplastante victoria de 2002.

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 Miguel Uribe Londoño se une al abanico de aspirantes del derechista Centro Democrático en medio de la indignación y el dolor por el asesinato de su hijo Miguel Uribe Turbay  

El Centro Democrático, el principal partido de la derecha colombiana, insiste en tener un Uribe entre sus precandidatos presidenciales. Miguel Uribe Turbay, el senador asesinado que estuvo dos meses en agonía tras un atentado que conmocionó al país, ha sido reemplazado en el partidor por su padre, Miguel Uribe Londoño. Y aunque el economista y abogado aspirante no ha salido de correría en los tres días que ha sido aspirante oficial, el fundador y presidente vitalicio de la colectividad, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha dedicado sus primeros días en libertad a agitar la campaña con actos en los que la memoria de Uribe Turbay ha sido protagónica.

El mayor líder de la derecha colombiana en este siglo lanzó esa iniciativa la noche del miércoles, apenas minutos después de que se hiciera efectivo el fallo de una acción de tutela que, sin anular la condena en su contra por soborno de testigos, permitió que espere la decisión de segunda instancia en libertad. Acudió a Sabaneta, un pueblo cerca a Medellín y en el corazón del departamento de Antioquia, su gran bastión político. En un discurso muy crítico contra el Gobierno de Gustavo Petro, del que ha sido permanente opositor, rodeado de políticos locales y fieles uribistas, sumó a las banderas de la seguridad o de las críticas al supuesto “necocomunismo del Gobierno”, la de la memoria del asesinado político bogotano. “El sábado haremos un acto de fe y de llamado a la patria desde aquel lugar del sur de Bogotá, desde el cual atentaron, y finalmente asesinaron, a nuestro mártir, Miguel Uribe Turbay”, anunció.

Para ese momento, la aspiración de Uribe Londoño era aún un rumor, no un hecho. El empresario de 79 años, concentró las miradas una semana atrás, en el entierro de su hijo. Visiblemente emocionado, habló en la catedral de Bogotá ante las cámaras de televisión, y dejó en manos de Uribe Vélez el legado político de su hijo. También cargó contra el presidente de izquierdas, sin mencionarlo: “Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos. No tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia. No tenemos duda quién la promueve. No tenemos duda quién la permite”. Convertido así en el vocero político de una familia que había pedido al jefe de Estado no acudir al funeral del primer aspirante presidencial asesinado en Colombia en más de tres décadas, su aspiración se concretó tras la libertad de Uribe Vélez.

El jueves de la semana pasada visitó al expresidente en la casa de Rionegro, cerca a Medellín. Uribe Londoño, quien ha militado en el Centro Democrático desde su nacimiento en 2013, dijo al expresidente que la familia de su hijo apoyaba su candidatura. Uribe Vélez convocó entonces a los cuatro precandidatos -Paola Holguín, Andrés Guerra, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia- y definieron el camino: mantener la selección del candidato a través de una encuesta, atrasarla de octubre a fines de diciembre y hacer oficial la llegada de Uribe Londoño al día siguiente. Así fue.

El nuevo aspirante se ha dado a conocer entre la opinión como padre de su hijo, pero viene del corazón de la política tradicional. No solo es viudo de Diana Turbay, hija del expresidente Julio César Turbay (1978-1982), asesinada en 1991 por Pablo Escobar tras meses de secuestro, sino que fue concejal de Bogotá y senador de la República entre 1990 y 1991. Aunque nació en el seno de una tradicional familia liberal antioqueña, hizo carrera en el histórico rival, el Partido Conservador. En 1998 fracasó intentando regresar al Senado y dos años después su carrera se vio interrumpida, tras ser detenido en el escándalo por un presunto desfalco del estatal y ahora extinto Banco del Estado. En 2003 la justicia lo absolvió. Tras estudiar derecho y acercarse a la izquierda y apoyar a Petro en su exitosa candidatura a la alcaldía de Bogotá en 2011, ingresó a la derecha uribista.

Ahora representa allí a nadie menos que a quien Uribe, figura todopoderosa en una fracción que representa un 15% o 25% de los electores, ha llamado su mártir. El dolor y la indignación por el asesinato de quien fuera el senador más votado del Centro Democrático en 2022 tienen un representante innegable en Uribe Londoño, padre y homónimo, víctima de la violencia como muchos y claro exponente del discurso de mano dura del uribismo. Se trata de un activo potente, por lo menos en este arranque de la campaña. Después del atentado, las encuestas de intención de voto mostraron a Uribe Turbay como puntero, en lo que los expertos señalaron como un reflejo de su nueva visibilidad y el apoyo a una víctima de la violencia en un país marcado por ella. De hecho, los precandidatos del Centro Democrático habían acordado proclamar a Uribe Turbay como el aspirante único si llegaba a despertar, en un acto más simbólico de su importancia que práctico, por el estado de salud en el que se encontraba.

Sin él y con su padre, Uribe Vélez ha reforzado un discurso que gira alrededor de la seguridad, la que fue su gran obsesión como presidente y que ha vuelto a ser una preocupación central de los colombianos, especialmente tras los salvajes atentados del jueves en Cali y en Antioquia. “Seguridad” fue el motivo recurrente de su intervención este sábado en el lugar del atentado, en una suerte de breve oración religiosa. “Que en el paso por este lugar, Miguel inspire la seguridad para que algún día haya paz. Que en el discurrir por este lugar, el alma quede acerada para contribuir en la construcción de un Estado con seguridad legítima y democrática. Que, como lo reclamó Miguel, haya seguridad para que en las veredas, en los pueblos y en las ciudades de Colombia se pueda dormir con tranquilidad, sin la pesadilla de esperar el asalto del violento. La seguridad que proteja la libertad”.

Con Uribe Turbay como ícono y su padre como aspirante, el uribismo concentra la emoción del magnicidio. Así lo explica Carlos Andrés Arias, experto en comunicación política y estrategia electoral: “El reconocimiento al padre es una forma de copar un nicho”, explica. El candidato del Centro Democrático buscará alianzas con otras fuerzas de la derecha y la centroderecha, en una consulta el día de las elecciones legislativas, el 8 de marzo de 2026. Uribe ha reiterado la necesidad de crear una “gran coalición democrática”, con candidatos como el penalista Abelardo de la Espriella o la antigua directora de la revista Semana, Victoria Vicky Dávila. La idea es evitar que el fracaso de 2022, cuando el Centro Democrático retiró a su candidato para apoyar a un Federico Gutiérrez, actual alcalde de Medellín, que aceptó el apoyo sin consolidar una alianza y que siempre se ha negado a dejar su independencia para entrar al partido.

Pero tampoco es seguro que Uribe Londoño llegue hasta allí, pues tiene varios lastres. Viene del bipartidismo tradicional y significa el regreso de la generación que gobernó en los años noventa, la de César Gaviria (1990-1994) o Ernesto Samper (1994-1998), aunque es incluso unos años mayor que ellos. Roza los 80 años, lo que hace que sea mayor que cualquiera de los seis expresidentes vivos en un país que no ha elegido ningún presidente mayor de 70 años desde el siglo XIX. Además, Colombia tiende a votar por candidatos que se vean como ajenos a la política tradicional: en 2022 llegaron a segunda vuelta Petro, de una izquierda que no había manejado el país, y Rodolfo Hernández, un outsider de derecha que hizo una campaña contra los políticos. Son figuras en las antípodas del yerno de un expresidente. Pero aún es temprano Uribe Londoño no ha empezado a hacer campaña y en agosto de 2022 Hernández no era conocido, como tampoco lo era el propio Uribe Vélez a nueve meses de su aplastante victoria de 2002.

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