Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
“Y ahora ¿quién me cuida?“, decía el mensaje vía WhatsApp que recibió Luz. Era de una adolescente de 15 años y estuvo destinado a la profesional que fue una de las consejeras del Plan de Embarazo no Intencional en la Adolescencia (ENIA) en el noroeste argentino que logró reducir en un 50% el embarazo adolescente en Argentina entre 2017 y 2023 a través de una política pública.
El Gobierno que preside Javier Milei lo cerró. Ahora, hay intentos en el Congreso nacional para sancionar una ley que posibilite que el Plan se reactive. Una de las características de esta política pública es que se basó en evidencias y que hay datos. Durante los años en que se implementó, el Plan evitó 93.676 embarazos no intencionales adolescentes. Esa cifra incluye 2.552 niñas menores de 15 años, edades donde esta situación está estrechamente relacionada con violencia y abuso sexual.
Las cifras están reunidas en el documento Plan Enia 2017-2023 Oportunidades de vida para adolescentes en la Argentina que, con el apoyo de UNFPA América Latina y el Caribe, la oficina Argentina del organismo, y el Foro Latinoamericano y del Caribe para el Aseguramiento de Insumos de Salud Reproductiva (ForoLAC), presentaron en un webinar Silvina Ramos, Federico Tobar, Valeria Isla, Natalia Gualdoni y Tamar Finzi Warszawski, quienes participaron de la experiencia del Plan con distintas responsabilidades.
Mientras se presentaba el balance de ENIA vía YouTube, no cesaban los comentarios de quienes veían la transmisión: “Fue una excelente experiencia”; “Estoy orgullosa de haber sido parte”; “ENIA tuvo y tiene aún un gran impacto”, fueron algunas de las frases que se repitieron por decenas en el chat.
Quienes comentaban eran personas de distintos lugares de Argentina y de otros países latinoamericanos. Las que se manifestaron orgullosas de ser parte eran algunas de las profesionales que trabajaron como asesoras del Plan en alguna de las 12 provincias –la mitad de los distritos argentinos- donde se implementó, que fueron aquellas donde los índices de embarazo adolescente eran más preocupantes.
Para concretar el Plan, se capacitó a 20.000 docentes y 23.000 profesionales de la salud que realizaron 260.000 asesorías en salud integral en escuelas, centros de salud y espacios comunitarios, y casi 250.000 adolescentes accedieron a métodos anticonceptivos de larga duración.
Luz era una de las profesionales capacitadas que era consejera y tenía estrecha relación con las y los adolescentes. Cuando el Gobierno de Milei cerró ENIA, ella comenzó a recibir mensajes, como el de la joven que le preguntaba quién cuidaría de ella.
La lectura económica dice que el Plan generó entre 2018 y 2023 casi 165,5 millones de dólares en beneficios sociales para el país. Analizado de otra manera: por cada dólar invertido en el Plan hubo un retorno de 4,3 dólares.
Además, una pieza de evidencia clave para el diálogo político sobre el que se construyó el Plan ENIA fue el estudio MILENA. El nombre proviene del acrónimo para Modelo de Impactos Laborales, Educativos, en la Nómina y Asistenciales. Se trata de una metodología desarrollada por UNFPA que ha sido implementada en 16 países. La metodología compara las trayectorias de las mujeres que fueron “madres tempranas” (19 años o menos) con quienes fueron “madres adultas” (entre los 20 y los 29 años).
El principal hallazgo del estudio MILENA es que el embarazo adolescente le cuesta a la Argentina el equivalente al 0,22% de su Producto Bruto Interno (PBI). ¿Hubo experiencias iguales en otros países de la región?, fue una de las preguntas que surgió del intercambio online.
La respuesta es que hubo o hay experiencias similares en Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. “Sin embargo, sus diseños, alcances, niveles de implementación y resultados son muy disímiles”, explicaron desde el equipo que coordinó ENIA.
Porque otra característica de este Plan es que buscó construir una teoría del cambio que es la que permite a la política pública “aprender” de otras políticas y de estudios científicos y, a su vez, aportar -a través de aprendizajes- a otras políticas públicas en otros contextos.
Desde ENIA, se trabajó de manera intersectorial: con ministerios, gobiernos provinciales, comunales, universidades, ONGs, entre otros sectores que actuaron como asesores para ir haciendo ajustes a medida que se implementaba la política en los distintos y diversos territorios argentinos.
Es incomprensible la decisión del Gobierno de no continuar con una política pública que mejora la vida de adolescentes y niñas. Pero es lo habitual hoy en Argentina. Según un informe del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), sólo están vigentes cuatro de las 50 políticas de cuidados existentes a nivel nacional. ¿Y hora quién me cuida?, pregunta una adolescente. Y el silencio es atronador.
¿Y hora quién me cuida?, pregunta una adolescente. Y el silencio en la Argentina de Milei, donde sólo están vigentes cuatro de las 50 políticas de cuidados existentes a nivel nacional, es atronador
Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
“Y ahora ¿quién me cuida?“, decía el mensaje vía WhatsApp que recibió Luz. Era de una adolescente de 15 años y estuvo destinado a la profesional que fue una de las consejeras del Plan de Embarazo no Intencional en la Adolescencia (ENIA) en el noroeste argentino que logró reducir en un 50% el embarazo adolescente en Argentina entre 2017 y 2023 a través de una política pública.
El Gobierno que preside Javier Milei lo cerró. Ahora, hay intentos en el Congreso nacional para sancionar una ley que posibilite que el Plan se reactive. Una de las características de esta política pública es que se basó en evidencias y que hay datos. Durante los años en que se implementó, el Plan evitó 93.676 embarazos no intencionales adolescentes. Esa cifra incluye 2.552 niñas menores de 15 años, edades donde esta situación está estrechamente relacionada con violencia y abuso sexual.
Las cifras están reunidas en el documento Plan Enia 2017-2023 Oportunidades de vida para adolescentes en la Argentina que, con el apoyo de UNFPA América Latina y el Caribe, la oficina Argentina del organismo, y el Foro Latinoamericano y del Caribe para el Aseguramiento de Insumos de Salud Reproductiva (ForoLAC), presentaron en un webinar Silvina Ramos, Federico Tobar, Valeria Isla, Natalia Gualdoni y Tamar Finzi Warszawski, quienes participaron de la experiencia del Plan con distintas responsabilidades.
Mientras se presentaba el balance de ENIA vía YouTube, no cesaban los comentarios de quienes veían la transmisión: “Fue una excelente experiencia”; “Estoy orgullosa de haber sido parte”; “ENIA tuvo y tiene aún un gran impacto”, fueron algunas de las frases que se repitieron por decenas en el chat.
Quienes comentaban eran personas de distintos lugares de Argentina y de otros países latinoamericanos. Las que se manifestaron orgullosas de ser parte eran algunas de las profesionales que trabajaron como asesoras del Plan en alguna de las 12 provincias –la mitad de los distritos argentinos- donde se implementó, que fueron aquellas donde los índices de embarazo adolescente eran más preocupantes.
Para concretar el Plan, se capacitó a 20.000 docentes y 23.000 profesionales de la salud que realizaron 260.000 asesorías en salud integral en escuelas, centros de salud y espacios comunitarios, y casi 250.000 adolescentes accedieron a métodos anticonceptivos de larga duración.
Luz era una de las profesionales capacitadas que era consejera y tenía estrecha relación con las y los adolescentes. Cuando el Gobierno de Milei cerró ENIA, ella comenzó a recibir mensajes, como el de la joven que le preguntaba quién cuidaría de ella.
La lectura económica dice que el Plan generó entre 2018 y 2023 casi 165,5 millones de dólares en beneficios sociales para el país. Analizado de otra manera: por cada dólar invertido en el Plan hubo un retorno de 4,3 dólares.
Además, una pieza de evidencia clave para el diálogo político sobre el que se construyó el Plan ENIA fue el estudio MILENA. El nombre proviene del acrónimo para Modelo de Impactos Laborales, Educativos, en la Nómina y Asistenciales. Se trata de una metodología desarrollada por UNFPA que ha sido implementada en 16 países. La metodología compara las trayectorias de las mujeres que fueron “madres tempranas” (19 años o menos) con quienes fueron “madres adultas” (entre los 20 y los 29 años).
El principal hallazgo del estudio MILENA es que el embarazo adolescente le cuesta a la Argentina el equivalente al 0,22% de su Producto Bruto Interno (PBI). ¿Hubo experiencias iguales en otros países de la región?, fue una de las preguntas que surgió del intercambio online.
La respuesta es que hubo o hay experiencias similares en Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. “Sin embargo, sus diseños, alcances, niveles de implementación y resultados son muy disímiles”, explicaron desde el equipo que coordinó ENIA.
Porque otra característica de este Plan es que buscó construir una teoría del cambio que es la que permite a la política pública “aprender” de otras políticas y de estudios científicos y, a su vez, aportar -a través de aprendizajes- a otras políticas públicas en otros contextos.
Desde ENIA, se trabajó de manera intersectorial: con ministerios, gobiernos provinciales, comunales, universidades, ONGs, entre otros sectores que actuaron como asesores para ir haciendo ajustes a medida que se implementaba la política en los distintos y diversos territorios argentinos.
Es incomprensible la decisión del Gobierno de no continuar con una política pública que mejora la vida de adolescentes y niñas. Pero es lo habitual hoy en Argentina. Según un informe del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), sólo están vigentes cuatro de las 50 políticas de cuidados existentes a nivel nacional. ¿Y hora quién me cuida?, pregunta una adolescente. Y el silencio es atronador.
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