Los informes anuales de los presidentes mexicanos son una tradición en la que el Estado se explica a sí mismo. Cada año, el poder Ejecutivo cuenta ante el Legislativo lo bien que le ha ido en el curso político, presumiendo logros y estableciendo prioridades. Claudia Sheinbaum no ha sido una excepción, pero sus palabras resaltan (otra vez) la contradicción entre las políticas medioambientales y energéticas del país, entre querer cumplir los compromisos internacionales de reducción de emisiones con fomentar a la industria petrolera como el gran motor económico y tener un sector energético cautivo de los hidrocarburos.
En su discurso, la presidenta puso el acento sobre que “la Cuarta Transformación tiene como sello la recuperación de la soberanía energética y el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)” y advirtió, “para aquellos que decían que no se invirtiera en refinerías”, que gracias a Dos Bocas y Deer Park, “Pemex produce cerca de un millón 200 mil barriles diarios de hidrocarburos”. Luego habló de las nuevas plantas de generación eléctrica de
CFE, en su mayoría alimentadas por combustibles fósiles, para inmediatamente después prometer cumplir “con el Compromiso de Reducción de Emisiones para 2030, con un 35% de generación renovable”.
Pero las palabras se las lleva el viento y, para poner negro sobre blanco sus acciones, el Ejecutivo entrega cada año un informe escrito al Congreso y al Senado para que pueda ser evaluado por los legisladores. El de este año se compone de 1.500 páginas, con unas 530 de texto corrido y el resto de gráficas y tablas.
“El informe lo vemos con buenos ojos en el sentido de que se nota el perfil ambiental y científico de la presidenta; se ve que hay un esfuerzo de su equipo y de la Secretaría de Medio Ambiente por darle más peso a los temas ambientales”, razona Margarita Campuzano, del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), “sobre todo tras el sexenio de [Andrés Manuel] López Obrador, en el que estos asuntos fueron totalmente relegados”.
La Administración de Sheinbaum arrancó con un gabinete ambiental deteriorado, herencia de su mentor, López Obrador, y fruto de su poca afinidad con el tema ambiental y la política de austeridad republicana. La llegada y perfil de Sheinbaum—científica, antigua secretaria de Medio Ambiente de Ciudad de México e integrante del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático que ganó un premio Nobel— dio esperanzas de cambio a un sector tras años de maltrato.
“En concreto nos parece positivo que en la parte climática se haya referido a aspectos que no se mencionaban en los informes pasados”, elogia Campuzano, “como los compromisos climáticos, apostar a las renovables, que se hable de justicia energética o la obligación de México de presentar su Contribución Nacionalmente Determinada”.
Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) son reducciones previstas a las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. De acuerdo al informe escrito, se anunció que este año México debe actualizar estas métricas “para alinearse con alcanzar la meta de tener cero emisiones netas para 2050”. Lo que no está claro es cómo lo logrará si, de las 35 nuevas plantas de generación eléctrica, la inmensa mayoría usan combustibles fósiles, con una vida útil de al menos 30 años. Es decir, estarán en funcionamiento más allá de la mitad de este siglo.
Esto también contribuye a alejar a México de otra promesa del texto: en 2030 se generará entre el 38% y el 45% de la electricidad a partir de energías renovables y otras energías limpias. Actualmente, el 78,5% de la generación se logra gracias principalmente al petróleo y el gas, con un 21,5% de renovables.
En otro punto se presume el inicio del saneamiento de los tres ríos más contaminados de México, el Tula en Hidalgo, el Atoyac en Puebla y Tlaxcala y el Lerma-Santiago que atraviesa, principalmente, Estado de México y Jalisco para desembocar en Nayarit. Para Tula además se destaca la promoción de un parque industrial de economía circular. Este proyecto, que busca “desarrollar tecnología que permita transferir y convertir residuos orgánicos en carbón vegetal para emplearlo como fertilizante y combustible”, es contestado por grupos locales que quieren un saneamiento del río sin que esto tenga que traer más industria.
Para CEMDA, un aspecto más a alabar son las nuevas áreas de conservación y los anuncios de restauración de ecosistemas. También durante este año incorporaron 250.000 hectáreas al sistema de Pagos por Servicios Ambientales, que da dinero a las comunidades por conservar sus bosques y selvas, hasta alcanzar los 1.8 millones de hectáreas.
En el otro sentido, informe glosa los esfuerzos de Pemex por lograr nuevas reservas para al menos otros 10 años de consumo de hidrocarburos, con una inversión en exploración de 220.000 millones de pesos, y se habla de 15 nuevos descubrimientos en aguas someras y zonas terrestres, donde estiman que hay 344 millones de barriles de petróleo. También se citan las refinerías, la rehabilitación de las plantas petroquímicas para fertilizantes, expandir el sistema nacional de gasoductos, continuar proyectos de infraestructura como el Tren Maya…
“El primer informe de Gobierno es una fotografía de cómo va la implementación de un modelo energético que Sheinbaum heredó de López Obrador y que no sabemos si va a funcionar”, razona Ana Lilia Moreno, economista y coordinadora del Programa de Regulación y Competencia Económica en México Evalúa, “no sabemos si logrará los objetivos principales de seguridad energética y los secundarios de desarrollo sustentable y la justicia energética”.
En estos temas, el informe encierra enigmas. Ejemplo: hay un párrafo donde se habla de incrementar la producción de hidrocarburos y fomentar la producción del Sistema Nacional de Refinación, todo esto buscando la sostenibilidad; pero no se explica cómo se piensa resolver la cuadratura del círculo. “Hay que enfocarse más en lo que se hace que en lo que se dice; en el discurso hay un enfoque medioambiental y de atender la crisis climática”, advierte Moreno, “pero si vamos a la estrategia real, el acento se le está dando al gas y a las plantas que lo usan para generar energía”.
”Está muy bien que se quiera retomar un liderazgo ambicioso en el tema climático”, finaliza Campuzano de CEMDA, “pero si seguimos con este motor de desarrollo sin plan de salida de los combustibles fósiles, estos compromisos se anulan a sí mismos”.
Las políticas medioambientales vuelven a los informes presidenciales al poder Legislativo tras un sexenio excluidas mientras México sigue alardeando su expansión petrolera expansiva
Los informes anuales de los presidentes mexicanos son una tradición en la que el Estado se explica a sí mismo. Cada año, el poder Ejecutivo cuenta ante el Legislativo lo bien que le ha ido en el curso político, presumiendo logros y estableciendo prioridades. Claudia Sheinbaum no ha sido una excepción, pero sus palabras resaltan (otra vez) la contradicción entre las políticas medioambientales y energéticas del país, entre querer cumplir los compromisos internacionales de reducción de emisiones con fomentar a la industria petrolera como el gran motor económico y tener un sector energético cautivo de los hidrocarburos.
En su discurso, la presidenta puso el acento sobre que “la Cuarta Transformación tiene como sello la recuperación de la soberanía energética y el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)” y advirtió, “para aquellos que decían que no se invirtiera en refinerías”, que gracias a Dos Bocas y Deer Park, “Pemex produce cerca de un millón 200 mil barriles diarios de hidrocarburos”. Luego habló de las nuevas plantas de generación eléctrica de
CFE, en su mayoría alimentadas por combustibles fósiles, para inmediatamente después prometer cumplir “con el Compromiso de Reducción de Emisiones para 2030, con un 35% de generación renovable”.
Pero las palabras se las lleva el viento y, para poner negro sobre blanco sus acciones, el Ejecutivo entrega cada año un informe escrito al Congreso y al Senado para que pueda ser evaluado por los legisladores. El de este año se compone de 1.500 páginas, con unas 530 de texto corrido y el resto de gráficas y tablas.
“El informe lo vemos con buenos ojos en el sentido de que se nota el perfil ambiental y científico de la presidenta; se ve que hay un esfuerzo de su equipo y de la Secretaría de Medio Ambiente por darle más peso a los temas ambientales”, razona Margarita Campuzano, del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), “sobre todo tras el sexenio de [Andrés Manuel] López Obrador, en el que estos asuntos fueron totalmente relegados”.
La Administración de Sheinbaum arrancó con un gabinete ambiental deteriorado, herencia de su mentor, López Obrador, y fruto de su poca afinidad con el tema ambiental y la política de austeridad republicana. La llegada y perfil de Sheinbaum—científica, antigua secretaria de Medio Ambiente de Ciudad de México e integrante del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático que ganó un premio Nobel— dio esperanzas de cambio a un sector tras años de maltrato.
“En concreto nos parece positivo que en la parte climática se haya referido a aspectos que no se mencionaban en los informes pasados”, elogia Campuzano, “como los compromisos climáticos, apostar a las renovables, que se hable de justicia energética o la obligación de México de presentar su Contribución Nacionalmente Determinada”.
Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) son reducciones previstas a las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. De acuerdo al informe escrito, se anunció que este año México debe actualizar estas métricas “para alinearse con alcanzar la meta de tener cero emisiones netas para 2050”. Lo que no está claro es cómo lo logrará si, de las 35 nuevas plantas de generación eléctrica, la inmensa mayoría usan combustibles fósiles, con una vida útil de al menos 30 años. Es decir, estarán en funcionamiento más allá de la mitad de este siglo.
Esto también contribuye a alejar a México de otra promesa del texto: en 2030 se generará entre el 38% y el 45% de la electricidad a partir de energías renovables y otras energías limpias. Actualmente, el 78,5% de la generación se logra gracias principalmente al petróleo y el gas, con un 21,5% de renovables.
En otro punto se presume el inicio del saneamiento de los tres ríos más contaminados de México, el Tula en Hidalgo, el Atoyac en Puebla y Tlaxcala y el Lerma-Santiago que atraviesa, principalmente, Estado de México y Jalisco para desembocar en Nayarit. Para Tula además se destaca la promoción de un parque industrial de economía circular. Este proyecto, que busca “desarrollar tecnología que permita transferir y convertir residuos orgánicos en carbón vegetal para emplearlo como fertilizante y combustible”, es contestado por grupos locales que quieren un saneamiento del río sin que esto tenga que traer más industria.
Para CEMDA, un aspecto más a alabar son las nuevas áreas de conservación y los anuncios de restauración de ecosistemas. También durante este año incorporaron 250.000 hectáreas al sistema de Pagos por Servicios Ambientales, que da dinero a las comunidades por conservar sus bosques y selvas, hasta alcanzar los 1.8 millones de hectáreas.
En el otro sentido, informe glosa los esfuerzos de Pemex por lograr nuevas reservas para al menos otros 10 años de consumo de hidrocarburos, con una inversión en exploración de 220.000 millones de pesos, y se habla de 15 nuevos descubrimientos en aguas someras y zonas terrestres, donde estiman que hay 344 millones de barriles de petróleo. También se citan las refinerías, la rehabilitación de las plantas petroquímicas para fertilizantes, expandir el sistema nacional de gasoductos, continuar proyectos de infraestructura como el Tren Maya…
“El primer informe de Gobierno es una fotografía de cómo va la implementación de un modelo energético que Sheinbaum heredó de López Obrador y que no sabemos si va a funcionar”, razona Ana Lilia Moreno, economista y coordinadora del Programa de Regulación y Competencia Económica en México Evalúa, “no sabemos si logrará los objetivos principales de seguridad energética y los secundarios de desarrollo sustentable y la justicia energética”.
En estos temas, el informe encierra enigmas. Ejemplo: hay un párrafo donde se habla de incrementar la producción de hidrocarburos y fomentar la producción del Sistema Nacional de Refinación, todo esto buscando la sostenibilidad; pero no se explica cómo se piensa resolver la cuadratura del círculo. “Hay que enfocarse más en lo que se hace que en lo que se dice; en el discurso hay un enfoque medioambiental y de atender la crisis climática”, advierte Moreno, “pero si vamos a la estrategia real, el acento se le está dando al gas y a las plantas que lo usan para generar energía”.
”Está muy bien que se quiera retomar un liderazgo ambicioso en el tema climático”, finaliza Campuzano de CEMDA, “pero si seguimos con este motor de desarrollo sin plan de salida de los combustibles fósiles, estos compromisos se anulan a sí mismos”.
EL PAÍS