La lucha de dedos, una tradición bávara exclusivamente masculina
Por Britta Schultejans y Sven Hoppe (dpa)
Mittenwald (Alemania), 1 sep (dpa) – El campeonato de lucha de dedos o “fingerhakeln” celebra su 70 edición en Mittenwald, en el estado federado alemán de Baviera, una tradición por la cual dos contrincantes intentan arrastrar al otro hacia su lado de la mesa tirando cada uno de un dedo.
A su alrededor se ven trajes típicos y la gente toma cerveza y come salchichas con música regional de fondo.
Los ganadores se llaman Foos Franz, Fischer Korbinian, Sturm Gerhard o Sturm Andreas. El apellido se menciona siempre primero. Antes de empezar, los contrincantes se retiran a un rincón más tranquilo del pabellón, levantan pesas con un dedo y se frotan las manos con magnesio para que no suden y no resbalen cuando llegue el momento decisivo. Por todo el pabellón, se curan los dedos sangrantes de aquellos que ya han terminado su competición.
El campeonato se disputa en un total de nueve categorías. Se compite en peso ligero, medio y pesado, así como en diferentes categorías de edad, y hay auténticas dinastías de luchadores.
La familia Sturm, de Issing, en el distrito de Landsberg am Lech, puede enorgullecerse de tener dos nuevos campeones bávaros. En la categoría de peso ligero, hasta 70 kilogramos, ganó Andreas Sturm, de 34 años, y en la categoría senior, de más de 60, su padre Gerhard, de 61 años, ambos apoyados por su hijo y nieto Hannes, de tres años, que animaba con todo su corazón a su padre y a su abuelo y que ya empezó a practicar el “fingerhakeln”.
Los dos Sturm se esfuerzan mucho por alcanzar el éxito. Entrenan a diario durante las fases de competición y renuncian a ir al lago o a las termas para que la callosidad de los dedos con los que luchan pueda crecer sin problemas y no se desprenda.
Las mujeres de la familia, por el contrario, solo están ahí para animar. A diferencia de lo que ocurre en la vecina Austria, en Baviera el “fingerhakeln” sigue siendo un asunto exclusivamente masculino. Las mujeres no pueden participar en las competiciones.
Sin embargo, sí pueden participar en el club. Monika Wagner es incluso secretaria de la asociación regional. Aunque es una mujer emancipada, afirma que “las mujeres no tienen por qué participar en todo”. En cuanto a la callosidad que se forma en el dedo, la mujer, de 43 años, añade que “no queda bonito en una mujer”.
Las razones para excluir a las mujeres son históricas. “En los estatutos de la federación regional bávara se establece que, como es tradición, solo pueden participar hombres”, afirma Thomas Post. Este joven, de 23 años, es el primer presidente de la federación regional y, por lo tanto, el organizador del campeonato.
Aunque el reglamento tiene ya varias décadas y se ha modificado en varias ocasiones, la exclusión de las mujeres no se ha modificado. “Es más bien un ámbito masculino”, afirma Post, y añade que las mujeres no muestran mucho interés por participar de la competencia. “Creo que los hombres tienden más a medirse entre ellos, las mujeres lo hacen menos”, asegura.
Linda, de 29 años, que acompaña a su novio al torneo, opina distinto. Le encantan las luchas de dedos y a través de ellas descubrió “una cultura completamente diferente”. Pero, en el fondo, considera que es simplemente discriminatorio que las mujeres no puedan participar. Tampoco está de acuerdo con lo de los dedos maltratados. “Juego al fútbol. Si se me lesionan las rodillas o los pies, es culpa mía. Nadie dice nada al respecto”, añade.
La lucha de dedos, una tradición bávara exclusivamente masculina
Por Britta Schultejans y Sven Hoppe (dpa) Mittenwald (Alemania), 1 sep (dpa) – El campeonato de lucha de dedos o “fingerhakeln” celebra su 70 edición en Mittenwald, en el estado federado alemán de Baviera, una tradición por la cual dos contrincantes intentan arrastrar al otro hacia su lado de la mesa tirando cada uno de un dedo. A
Redacción
El Mundo CR
La lucha de dedos, una tradición bávara exclusivamente masculina
Por Britta Schultejans y Sven Hoppe (dpa)
Mittenwald (Alemania), 1 sep (dpa) – El campeonato de lucha de dedos o “fingerhakeln” celebra su 70 edición en Mittenwald, en el estado federado alemán de Baviera, una tradición por la cual dos contrincantes intentan arrastrar al otro hacia su lado de la mesa tirando cada uno de un dedo.
A su alrededor se ven trajes típicos y la gente toma cerveza y come salchichas con música regional de fondo.
Los ganadores se llaman Foos Franz, Fischer Korbinian, Sturm Gerhard o Sturm Andreas. El apellido se menciona siempre primero. Antes de empezar, los contrincantes se retiran a un rincón más tranquilo del pabellón, levantan pesas con un dedo y se frotan las manos con magnesio para que no suden y no resbalen cuando llegue el momento decisivo. Por todo el pabellón, se curan los dedos sangrantes de aquellos que ya han terminado su competición.
El campeonato se disputa en un total de nueve categorías. Se compite en peso ligero, medio y pesado, así como en diferentes categorías de edad, y hay auténticas dinastías de luchadores.
La familia Sturm, de Issing, en el distrito de Landsberg am Lech, puede enorgullecerse de tener dos nuevos campeones bávaros. En la categoría de peso ligero, hasta 70 kilogramos, ganó Andreas Sturm, de 34 años, y en la categoría senior, de más de 60, su padre Gerhard, de 61 años, ambos apoyados por su hijo y nieto Hannes, de tres años, que animaba con todo su corazón a su padre y a su abuelo y que ya empezó a practicar el “fingerhakeln”.
Los dos Sturm se esfuerzan mucho por alcanzar el éxito. Entrenan a diario durante las fases de competición y renuncian a ir al lago o a las termas para que la callosidad de los dedos con los que luchan pueda crecer sin problemas y no se desprenda.
Las mujeres de la familia, por el contrario, solo están ahí para animar. A diferencia de lo que ocurre en la vecina Austria, en Baviera el “fingerhakeln” sigue siendo un asunto exclusivamente masculino. Las mujeres no pueden participar en las competiciones.
Sin embargo, sí pueden participar en el club. Monika Wagner es incluso secretaria de la asociación regional. Aunque es una mujer emancipada, afirma que “las mujeres no tienen por qué participar en todo”. En cuanto a la callosidad que se forma en el dedo, la mujer, de 43 años, añade que “no queda bonito en una mujer”.
Las razones para excluir a las mujeres son históricas. “En los estatutos de la federación regional bávara se establece que, como es tradición, solo pueden participar hombres”, afirma Thomas Post. Este joven, de 23 años, es el primer presidente de la federación regional y, por lo tanto, el organizador del campeonato.
Aunque el reglamento tiene ya varias décadas y se ha modificado en varias ocasiones, la exclusión de las mujeres no se ha modificado. “Es más bien un ámbito masculino”, afirma Post, y añade que las mujeres no muestran mucho interés por participar de la competencia. “Creo que los hombres tienden más a medirse entre ellos, las mujeres lo hacen menos”, asegura.
Linda, de 29 años, que acompaña a su novio al torneo, opina distinto. Le encantan las luchas de dedos y a través de ellas descubrió “una cultura completamente diferente”. Pero, en el fondo, considera que es simplemente discriminatorio que las mujeres no puedan participar. Tampoco está de acuerdo con lo de los dedos maltratados. “Juego al fútbol. Si se me lesionan las rodillas o los pies, es culpa mía. Nadie dice nada al respecto”, añade.
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